12 de Septiembre de 2010
Los últimos dos fines de semana fui en bicicleta con algunos amigos. En el primer viaje, fuimos a Sierpe, un pueblo pequeño conocido por la belleza de sus manglares, ríos, y esteros. Durante la travesía por las Fincas, las cuales son comunidades pequeñas que se fundaron después de la época de la compañía bananera, la United Fruit Company. Es muy interesante pasar por estas comunidades. Muchas de las casas son de dos pisos y tienen una arquitectura claramente influenciada por los norteamericanos. A mi, me parecen como las casas coloniales de los Estados Unidos. Se llaman barracones. Muchos de los barracones fueron las barracas donde vivían los trabajadores bananeros.
Otro hecho fascinante de las Fincas es que se encuentra un sitio arqueológico de los indígenas que habitaban la zona. Todavía se está excavando el lugar, pero se puede ver las esferas, cuales son piedras redondas que miden 1-2 metros de diámetro. Eran esculpidas usando materiales básicas como rocas y madera.
Aunque era un viaje en bicicleta de unos 40 kilómetros, había otras partes, como visitar el sitio arqueológico y pasar por Sierpe, que lo hicieron una verdadera aventura. Dilatamos cuatro horas y media. Regresé bastante cansado pero no tanto como el viaje que hicimos hoy.
En el primer viaje, fuimos tres amigos. Esta vez éramos siete. Parte del camino era de carretera y la otra era de lastre. La de lastre era tortuosa. Subimos algunas cuestas en las cuales no podíamos subir montado. Tuve que desmontarme y llevar la bicicleta. Había una cuesta que se llama “La Matadora”. ¡Que gacho, pero que buen ejercicio! A la vez, subimos muy alto y tuvimos una vista del mar impresionante.
También, oímos los gritos de los congos en el bosque que nos rodeaba.
Después de todas las cuestas, y eventualmente, las bajadas, llegamos otra vez a la carretera. Desde allí, el grupo se separó. Un amigo mío, Javier, y yo continuamos el viaje algunos kilómetros más hasta que llegamos a una playa pequeña que se llama “Ventanas de Osa.” Los otros compañeros se volvieron a Ciudad Cortés. De Ventanas, salimos para la casa y el regreso duró una hora y pico. Veníamos rápidamente. Quien sabe cuantos kilómetros anduvimos hoy, pero les digo que todos fueron de mucha calidad. ¡Casi no puedo levantarme de mi silla! Tal vez aparte del buen ejercicio que hiciera y los lugares lindos que conociera durante esos dos viajes en bicicleta, era más importantes las amistades que hice con los compañeros que fueron conmigo. Espero que pueda hace más viajes así en el futuro.
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