La Esfera de Silencio

Setiembre 19, 2010



Me levanté a las cinco de la mañana para alistarme para el viaje. Me hice un atol de avena con nuez, papaya, y banano y me fui para la casa de Javier. Empezamos a las 6:30 AM. Aunque se sintieron agotadas las piernas, estaba emocionado de la aventura que nos esperaba y la oportunidad a ver la esfera más grande de todo Costa Rica, La Esfera de Silencio.



Partimos de Ciudad Cortés, rumbo a Palmar Sur donde queda la piedra magnífica. Cruzamos el puente del Gran Río Térraba, construido por los Estados Unidos, y doblamos al este en un camino de lastre, subiendo una cuesta pequeña. El camino era muy lindo.



Nos rodeaban el bosque y arroyos. Vimos una variedad de pájaros y el mono titi. Atravesamos por un sitio donde vivían los indígenas de la zona. Llegamos a un punto del camino, donde había un sendero cubierto de monte y barro. Nos metimos en el sendero, yo siguiendo las direcciones de mi guía y amigo, Javier. En este punto, estábamos en la pura selva. Eventualmente, en este mismo sendero, subimos una pendiente para llegar a un espacio plano donde está la esfera grande, escondida de todo y conocida por pocas, que midió más que yo. Luego de admirarla y sacar fotos de ella, regresamos por el mismo sendero y camino rumbo a Ciudad Cortés. Al final de la travesía, le agradecí a Javier por llevarme a un lugar tan bonito y que tiene una importancia cultural tanto como histórica para la zona y el país.




Toa,
Carlos

Dos viajes en bicicleta

12 de Septiembre de 2010



Los últimos dos fines de semana fui en bicicleta con algunos amigos. En el primer viaje, fuimos a Sierpe, un pueblo pequeño conocido por la belleza de sus manglares, ríos, y esteros. Durante la travesía por las Fincas, las cuales son comunidades pequeñas que se fundaron después de la época de la compañía bananera, la United Fruit Company. Es muy interesante pasar por estas comunidades. Muchas de las casas son de dos pisos y tienen una arquitectura claramente influenciada por los norteamericanos. A mi, me parecen como las casas coloniales de los Estados Unidos. Se llaman barracones. Muchos de los barracones fueron las barracas donde vivían los trabajadores bananeros.



Otro hecho fascinante de las Fincas es que se encuentra un sitio arqueológico de los indígenas que habitaban la zona. Todavía se está excavando el lugar, pero se puede ver las esferas, cuales son piedras redondas que miden 1-2 metros de diámetro. Eran esculpidas usando materiales básicas como rocas y madera.



Aunque era un viaje en bicicleta de unos 40 kilómetros, había otras partes, como visitar el sitio arqueológico y pasar por Sierpe, que lo hicieron una verdadera aventura. Dilatamos cuatro horas y media. Regresé bastante cansado pero no tanto como el viaje que hicimos hoy.



En el primer viaje, fuimos tres amigos. Esta vez éramos siete. Parte del camino era de carretera y la otra era de lastre. La de lastre era tortuosa. Subimos algunas cuestas en las cuales no podíamos subir montado. Tuve que desmontarme y llevar la bicicleta. Había una cuesta que se llama “La Matadora”. ¡Que gacho, pero que buen ejercicio! A la vez, subimos muy alto y tuvimos una vista del mar impresionante.
También, oímos los gritos de los congos en el bosque que nos rodeaba.



Después de todas las cuestas, y eventualmente, las bajadas, llegamos otra vez a la carretera. Desde allí, el grupo se separó. Un amigo mío, Javier, y yo continuamos el viaje algunos kilómetros más hasta que llegamos a una playa pequeña que se llama “Ventanas de Osa.” Los otros compañeros se volvieron a Ciudad Cortés. De Ventanas, salimos para la casa y el regreso duró una hora y pico. Veníamos rápidamente. Quien sabe cuantos kilómetros anduvimos hoy, pero les digo que todos fueron de mucha calidad. ¡Casi no puedo levantarme de mi silla! Tal vez aparte del buen ejercicio que hiciera y los lugares lindos que conociera durante esos dos viajes en bicicleta, era más importantes las amistades que hice con los compañeros que fueron conmigo. Espero que pueda hace más viajes así en el futuro.

Andando en bici #2

Today, my friend Roy and I went to the beach riding our bikes. In total, the trip took us 2 hours to get there and return to Cortés. I was pleased that we could complete the trip in such a short time. The beach is called Ventanas, which gets its name from the caves that can be explored when the tide is low. It’s a small, authentic Costa Rican beach, with little to no tourists. It’s one of my favorites. When we got there, we took a 30 minute rest, watching the waves crash against the jagged rocks that jet out from both sides of the beach.

When I met up with Roy at the local pulpería to start the trip, I doubted if he was prepared, as he was wearing sandals, a t-shirt, and shorts without a bottle of water. I was decked out in my biking gear and tennis shoes. We joked that while I prepared for the “viaje”, he prepared for the destination of the “viaje”. I have to say, appearances definitely can be deceiving. He was able to ride up the steep parts of the trip with ease!

Ironically, as I was writing this post another biking friend of mine, Javier, called me asking if I was interested in taking a cycling trip tomorrow to a town called “Punta Mala.” Although my legs are pretty tired from today’s trip, I can’t turn down the opportunity for another adventure!

Carlos

Independence Day(s) in Costa Rica

September 15 is Costa Rica’s Independence Day. And, although there is only one official Independence Day, there were at least 2 months of preparation for the event. Since late July the “muchachos and muchachas” from every school in and around my community have been practicing for the town’s “comparsa”, which took place on the eve of Independence Day, and the “desfile”, which took place during the morning of Independence Day. Each school had its own drum line and marchers, all of which were dressed in red, white, and/or blue, demonstrating their patriotism. The drum lines especially prepared for the event. Every afternoon and evening the steady beat of drums could be heard in Cortés, which always gave me the feeling that I was going to battle.

The “comparsa” and “desfile” are essentially parades. However, the “comparsa” which takes place at night, is much more informal and is said to be for the “pachangueros” (party-heads/dancers). Basically, anyone who wants to enter in the parade can do so and act a fool. Some of the participants even dress in a type of Halloween costume and wear spooky masks. There is also a torch which is carried from one town to another. The “desfile” is a more formal event, in which all participants wear classic red, white, and blue outfits, and march proudly throughout the town with the Costa Rican flag.

In comparison with Independence Day in the U.S., which in most parts of the country has become a one day event that gives family and friends the opportunity to get together and have a cookout, in Costa Rica (at least where I live), there are activities a week leading up to the actual day of independence. This is called “la Semana Cívica”. In reality, food has little to do with the celebration. I have to admit, I was somewhat disappointed by this statement. I was told that there aren’t “comidas típicas” for Independence Day because everyone is too tired to cook something special due to all the “bulla” leading up to the event.

However, after observing all the activities and the harsh weather in which the participants marched during the parades, I can see why no one would have the energy to do anything else but rest when the final “desfile” is over. During the “comparsa”, it rained, so most people were soaked by the time they reached the town’s center. And during the “desfile”, which took place in the morning, the “sol” was extra “bravo”, so everyone sweated profusely due to the sun’s incessant heat. In fact, many parents walked by their child’s side and supplied cold water while he/she marched.

Overall, it was definitely a cultural experience. I enjoyed it and learned a lot. It was also nice to see members from all parts of my community come together and celebrate Costa Rica’s independence. Next year (si Dios quiere) I plan to be one of the bearers of the torch that eventually makes its way to my town. That gives me something to look forward to for next year’s Independence Day.

Carlos

Anécdota #1

En los Estados Unidos cortaba la mora y la frambuesa en las orillas de los caminos. En Costa Rica, cojo la papaya y la pipa.

En los Estados Unidos, pescaba con la caña en un lago, pero en Costa Rica, pesco con bolillos en el mar o un estero.

En los Estados Unidos, cuando los zapatos se rompen, vamos rumbo al “mall” y nos compramos nuevos. En Costa Rica, pues, por lo menos en mi comunidad, cuando se rompen, vamos rumbo a la zapatería para que los arregle. Es igual con la ropa.

En los Estados Unidos, mi juego favorito era “Scrabble” y lo jugaba con mi familia. En Costa Rica, irónicamente, lo juego con mi familia también, pero lo llamamos “Letras”.

En los Estados Unidos, muchísima gente tiene sistemas electrónicos para vigilar su casa. En Costa Rica, el sistema es meter un perro bravo en el corredor.

En los Estados Unidos, durante habla común decimos “dude” y en España, se dice “tío”. Pero en Costa Rica, decimos “Mae” y “bicho”.

En los Estados Unidos, para decir que algo es muy bueno, muchas veces se dice “Nice!”. En Costa Rica decimos “¡Tuanis!”

En los Estados Unidos, todo el mundo tiene un carro. En Ciudad Cortés, toda la comunidad tiene una bicicleta.

En los Estados Unidos, reina el fútbol americano. En Costa Rica, reina el fútbol.

En los Estados Unidos, se chapea el zacate con el cortacésped. En Costa Rica, lo chapeamos con el machete.

En los Estados Unidos, especialmente en las zonas rurales, los campesinos saludan amigablemente con la mano y a veces gritan “Hey!”. En Costa Rica, generalmente saludan igual pero gritan “¡Ey!”.

En los Estados Unidos, casi cada mañana comía un atol de avena para el desayuno. Aquí, en Costa Rica, como el gallo pinto con huevo.

En los Estados Unidos, durante los fines de semana, a menudo familias tienen una barbacoa. En Ciudad Cortés, los vecinos preparan ollas de carne o un ceviche de pianguas.

Estos son algunas de las semejanzas y diferencias entre Estados Unidos y Costa Rica. Puedo continuar con la lista, pero no tengo tanto tiempo. Tal vez, lo haga otro día. Espero que lo disfrutara.

Pura Vida,
Carlos

Andando en bici #1

In my community, the bicycle is the number one mode of transportation. At the elementary schools and high school, instead of the “parking lot” being full with cars as it is in the U.S., in Ciudad Cortés, it is full with bicycles. Most bicis are equipped with a “canasta” or “maletero”, which are essential to haul all types of cargo. We carry something as simple as a bag of groceries from “la pulpería” or a sack of “arroz” from the “arrozal”. My bike has the maletero, which is attached to the back of the bici. Also, many people put “guardabarros” around their tires so when they “andan” in the rain, they don’t have a strip of mud across their back. Unfortunately, my bike doesn’t have a place to put “guardabarros”.

It’s quite flat throughout most of the town and save for a couple of paved main roads, most roads are dirt and gravel (lastre). I have not ever timed myself to confirm how much I ride my bike per day to get from place to place, meeting to meeting, or class to class, but I would say at least 30-45 minutes per day. Since we are currently in “invierno”, which is the rainy season for Costa Rica, one has to get accustomed to “andar” in some of the more unfavorable circumstances. Like most people in my community, I try to avoid leaving the house when it rains, as I don’t want to “mojarme”. In fact, when it downpours in Cortés, I like to compare the community to a ghost town because everyone seems to be hiding until the rain stops.

However, there are certain circumstances when there is no “vuelta de hoja”, and I have to get to a certain place at a specific time, and it just happens to be raining cats and dogs (aguacero). It could be my imagination, but this seems to happen to me often, especially when I have an English class or a meeting with the local ECC. For this reason, I have mastered the art of riding my bike with one hand on the handlebar and the other holding the “sombirlla”. I also throw on a poncho or raincoat and even plastic bags to cover my shoes so I don’t have wet feet. I’m not the only person that does this in my community.

The other night, I took my bike riding experiences in the rain to a new level. I only had my “sombrilla” and it was raining “duro”. I did not have plastic bags or a poncho. What was I to do? Determined not to make it home drenched, I decided to ride back home barefoot so I would not soak my shoes. When I got home I felt like I had won a championship because my feet were not drenched. It’s safe to say that a Peace Corps volunteer learns to be quite crafty in some of the most peculiar situations.

There is much more to say about my bici riding experience in my community, so I will be sure to write more in the future. More to come soon from "El Chile de Costa Rica"

Pura vida,
Carlos